MELODIAS DE PIANO PARA LA GUERRA

Soy madre, madre y tengo un piano.
Y tengo el beso, y tengo la muerte,
Tengo el error,
Y no he tenido ningún trofeo en mi vida.


Donde esta?
Donde el hombre que perdió el tiempo.
Donde esta?
La boca despintada del último beso...

La mesa servida.
Esperando.
Los cubiertos de plata.
Dos velas encendidas:
en la penumbra se pudren los manjares que esperan al amor.

Donde esta?
Donde el hombre.
Donde el tiempo.
Si cruzara el umbral
en el instante uniformado
lo esperaría con la palangana calentita...

Me arreglo los cabellos con la platería. prendo la radio. toco el piano.
una tregua entre tanta humedad fría.

...necesito música de cámara en los circos...

Soy la musa ciega...
baje las persianas!
En casa... llena de pelos...
pierdo el pelo!!!
jirones.
mechones.
sucios.
empastados.
repartidos por la estancia.

solo me detengo en la mañana frente al espejo me cuento los pelos cuantos he dejado en la almohada sin rastros de sueño...

Tengo un ojo bizco
por una esquirla
una granada
explotó dentro del ropero
me pinto
me repinto
delineo con esmero
el ojo mocho.

Soy la musa ciega que golpeando teclas desafinadas apoyo a ambos bandos por amor...

Llevo las manos enguantadas
las uñas pintadas
bajo los guantes
Una mano agujereada
y en la otra una bala perdida...

El revolver en el corazón
amartillado.
listo a salir en cada gesto.

Tengo nueve perros recogidos con el oído lastimado por el fragor de la batalla.
Tengo el revolver. voy a vaciar el cargador contra los espejos.

No soporto verme.

Avanzo con los senos al aire
pintados de marrón oscuro
con los signos atómicos en los pezones

...compongo un aria por los muertos de la guerra...

Cubierta de cenizas
vago por los aposentos
descuidada
me deje crecer los pelos del vientre
Un bosque.
Una pradera.
Ninguna caricia anochecida.

...no me conozco... fumo contenta al calor de los cadáveres...

Me pinto los labios
me levanto los pómulos
y sufro.

A veces salgo al balcón a ver pasar aviones
a ver llover bombas con destinos grabados
miro las ruinas de enfrente
nombro a cada cascote
y no renuncio al amor
en tiempos de guerra.

Entro.
Sonrío.

Me arregle el comedero
con balas que cazo a manotazos.

Después de una comilona que me di
me afeito las axilas
con un tramontina
y pienso:
lloverán piedras en el mar
en algún lugar lejos de casa.