La hora insípida soy.
Lustro los botines, últimos rastros de un mundo que se va.
Ayer, ayer mismo, en misa que es hoy un quehacer mecánico, fui cocinero.
Cocinero de un cristo en la evolución.
Inocente de publicar ciertos fragmentos de la misericordia.
Leer la serenidad, la más poderosa vibración, la humildad del sueño.
La sangre adolescente en la piel fresca de una frase:
hay raíces en el caliente estiércol.
El mundo interior es un tosco modelo que canta sus proezas en el retoño.
Un mito a las rebeldías y la menstruación.
Las barbas de un nuevo Dios,
Un Dios que se llama vientre y la sangre no es un combate, es solo una palabra que siembra la vida.
En el silencio sucede el imperio: nos dice que en el lecho de muerte cuando por fin consumemos las calles y desestimemos lo seguro, los discursos hipócritas, y lo retorcido de la honradez intelectiva, la moralidad no será el orden...
Al mar,
al bergantín veloz
al fantasma precoz que es sastre que expulsa de la tierra
lumbagos insomnes con pesimismo.
y la luna en enaguas como propicia náyade
leyendo
leyendo cuando
llora llora
el urutaú...
y el negro imán de agonías
una luna que amarra rimas.
El que razona al amor no ha amado nunca. Perro polizonte de antipatías convulto en el cuerpo en medio de las agonías, omnipotente e inmóvil. Ingrato el amor que debe permanecer indiferente a los esfuerzos humanos: es el verdadero amor, es hijo, honor y lágrima de antiguo Cupido que fundo escuela. Hay una pornografía joven de pirnecitas tensas que ahogan la luz. Las pupilas ricas de dinero y arte, desposeídas de confianza en las nubes azules, sienten que han desprendido de su tierra y del tiempo la agitación noble de la figura. En cambio, después de poder corromperse, Dios agoto todos sus tesoros cuando pensó en hacer con su corazón música y fue poeta ingenuo. No es cuestión de raza inventada sino de juzgar con tino las tendencias de la sacristía. La herida en el vientre, a la luz de un farol distinguido de facciones tenues, puede desenterrar los fenómenos físicos a fin de entrar en los ojos con desconfianza de futuro. Sus mujeres ángeles o arpías... el vientre esta en nosotros, es el tiempo que se aproxima como un soldado a pie, como tanto remedio de doctor humillante bajo el resplandor de la luz eléctrica.
A propósito de los cadáveres limpios de narraciones, que no son metáforas, son cadáveres: la sustancia del cuerpo muerto y limpio.
(La muerte: poeta de argumento sólido y vulgar; bestia, lo mismo que nosotros.)
Anciano, moralista resfriado de la ambición de los jóvenes que significa perdurar, crear un porvenir que es la continuidad de la especie. La fortuna mediante el despojo legal de damas cirujanas, que no se animan a separarse voluntariamente de las vanidades del mundo. Porque son ex reinas en la resistencia al cuero que se seca. Y yo no se de donde vengo, pero mi corazón cuando lo guardo piensa en mujeres y muchachos impúdicos, sin correcciones de la ética, la vida entera fielmente retratada en una novela con mal gusto y olor cruel, naturaleza, piel y alegría...
...y no acuso a la vida
me curo metiéndome en una cárcel
y salgo sin escrúpulos de hembra
con las mandíbulas colgantes
y los ojos invisibles a costa del polvo.
las entrañas en tropel
apretadas como perlas sentidas en la espalda
como escamas de coral.
No hay merito por haber tenido razón si uno no acciono y fue un complemento de lo contradictorio que va hacia la etapa primera del bien.
Soy un limpiador de cloacas
con manos de angustia besadas por los ángeles.
he sido ladrón y asesino. mi yo verdadero comenzó a moverse dentro de mi ser.
Todo esta unido. Hay que pensar en el que pinta la piedra que esculpe escribe y habla porque tiene el valor de un día y es traficante de un stok de residuos. Recados invisibles con las manos de la muerte sobre mi polvo y el lodo -un llanto seco marcado con las manos de la muerte sobre el polvo y el lodo-: vacunas contra la marea rebosante de la catástrofe. Las inyecciones de agua salada y de cafeína, balones de oxigeno, niños sublimes que gritan en mi pecho haciendo eco en los corredores de las venas: no quiero morir porque soy un quebrado de los tiempos.
No paso de mí el reflejo. No soy agradecido, pero dejo mi huelga libre a tiempo, en la lucha divina que no nace desesperada, sino que sufre en el fondo de la ciudad como una montaña de hierro o la pila de carbón abandonada a su figura definitiva. Miro desde el frenesí rutilante de las guerras cotidianas y pienso en esas bengalas que estallan para salvar a buques perdidos cargando enjambres de cómicos y cantantes que vienen gozando como una imagen distorsionada de Goya.
No se de que hablo, pero la carne del discurso es la misma siempre.
El morir por no amar. Poseerla sin trabajar, recoge las cosechas que sembró. Goza la tierra el hombre en proporción del esfuerzo. Donde el amor se hace grotesco y vil, donde la mujer vacía de elección; sonrisa del destino; se convierte en un animal idiota que al engendrar la vida no engendra mas que cambiar los bolsillos pero no de historia, sino de tierra. Bolsillos llenos de tierra secreta que pide perdón por ser vivienda del ser futuro e inútil. Oídos cerrados al extremo real del alma.
No se de que hablo, pero la carne del discurso es la misma siempre: Corre como una leyenda vulgar tejida como una madeja que desaparece devorando las ruinas sin descanso...
Paso.
Como pasa un grano de polvo
por un rayo de sol.
Soy una herramienta silenciosa.
una chispa fugitiva de una hoguera.
Un fruto que se mece al viento.
El único crimen es la esterilidad
adolescente como la primera menstruación.